Nadal saltó a la pista con ganas de jugar, después de ver como el martes no pudo ni empezar y el miércoles apenas se jugaron tres juegos. Así, y con la contundencia del actual campeón en Flushing Meadows, Nadal barrió a su rival, que mandaba 3-0 antes del parón y al que ya había ganado en el pasado Wimbledon, para citarse en cuartos con el vencedor del duelo entre su compatriota David Ferrer y el norteamericano Andy Roddick.
A pesar de que el español retomó el partido con desventaja, no tuvo ni que despeinarse para igualar el primer set con una rotura en el séptimo juego. Además de la prisa de Nadal por cerrar el partido, su rival colaboró con numerosos errores no forzados que hacían prever un partido sencillo para el número dos del mundo, que sigue sin conceder un parcial en las pistas neoyorquinas.
Dos días sin jugar en un 'grande' eran demasiados para el mallorquín. Esto se tradujo en un tenis casi perfecto del español, suelto y eficaz desde el fondo de la pista. A esto se le sumó el juego ramplón de su rival, que ni siquiera encontró consuelo en su buen saque.
A pesar de la diferencia de nivel, la primera manga llegó al 'tie break' que fue para el manacorí gracias a un inicio sin compasión en el que se puso 4-0 para después resolver sin complicaciones ante un supuesto sacador. Las pocas veces que el luxemburgués utilizaba su saque, el español respondía con golpes y restos de calidad.
La segunda manga siguió el mismo guión, incluso mejor para los intereses españoles. Nadal comenzó con 'break' inicial gracias de nuevo a los errores de su rival y, después, en el siguiente saque del luxemburgués Nadal volvió a romper para sentenciar un set que terminó finalmente 6-1. El número dos del mundo quería solventar por la vía rápida un encuentro 'atascado' por la lluvia.
Con el duelo sentenciado, Muller optó por reaccionar, pero fue de manera estéril, Nadal no quería sorpresas. Sin fe, como después se vio, Muller rompió el saque al mallorquín en el primer servicio del tercer y definitivo set. Sin embargo, Nadal, en otra demostración de poderío, le devolvió la rotura en el siguiente juego.
A partir de ahí, el número 68 del mundo lo vio imposible y tiró finalmente la toalla. Nadal estaba 'enchufado' y sus golpes magistrales encontraban todas las líneas de la pista. En el cuarto juego volvió a romper el español y en el séptimo sentenció con un nuevo 'break' para después poner el 6-2 final con su saque.
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