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lunes, 12 de septiembre de 2011

El serbio, que rozó la perfección en gran parte del partido, se impuso (6-2, 6-4, 6-7 y 6-1) a un pertinaz Nadal. El mallorquín acabó el partido con molestias después regalar a la historia del tenis el tercer set, uno de los más intensos de la historia reciente

El serbio, que rozó la perfección en gran parte del partido, se impuso (6-2, 6-4, 6-7 y 6-1) a un pertinaz Nadal. El mallorquín acabó el partido con molestias después regalar a la historia del tenis el tercer set, uno de los más intensos de la historia reciente

Nadal saltó combativo, eléctrico. Consiguió romper el servicio de su rival a las primeras de cambio, pero las sensaciones eran que el serbio tenía el sitio bueno de la pista. Tanto fue así que no volvió a ganar un juego hasta el siguiente parcial. 'Nole' era como un videojuego trucado, programado para devolver las pelotas siempre más duro de lo que le llegan.

Entre tanto la sombra empezaba a cubrir la pista y el viento amainaba tras molestar mucho a los jugadores en la primera manga. Otra vez Nadal abandonó su silla en el descanso con la idea de birlarle la iniciativa a su rival. Otro 2-0 y saque. Otra replica perfecta de Djokovic en un juego que duró más de 10 minutos. Otro golpe moral del que Nadal no se recuperó hasta que volvió a la silla.

El balear batallaba con fe, pero el tenista que tenía frente a sí puede que haya logrado en la actualidad el más alto nivel alcanzado en este deporte. 6-4 y otra vez al sillón. Antes Nadal había perdido los estribos con el juez de silla por ceder a algunas presiones de Novak: "¿Tú cuándo cantas los 'out'? ¿Cuándo los pide Djokovic? La bola se ve, no se piensa". La solución sin embargo pasaba por el tenis.

La silla aclaró de nuevo la mollera del número dos. Ya no se trataba de ser agresivo, su planteamiento fue a la desesperada. A partir de ahí Rafa comenzó a pensar que cada bola debía de ser la última. Entonces llegaron los puntos memorables en los que ambos dejaron los que puede que sean los mejores minutos de tenis de la historia. Apenas fallaban, solo lo hacían cuando la física les impedía acertar.

El saque era un invitado no demasiado decisivo, sin embargo los restos eran insuperables y de ahí a puntos antológicos. Hasta el 6-6, donde Nadal dio otra vuelta de tuerca a su tenis y evidenció que lo tiene, que tiene lo necesario para ganar a Djokovic. 6-7.

Que no hay un tenis a la italiana como pudiera haber un fútbol, puede que no. Pero Djokovic protagonizó al inicio de la cuarta manga algo de 'bilardismo' aplicado al tenis. Se tumbó aduciendo dolores de espalda, pidió un fisioterapeuta y se relajó. Un ejercicio quiropráctico que además de milagrero, frenó en seco la progresión de Nadal. Tras solo once puntos de normalidad en el 'tie break', el balcánico volvió a la senda de la perfección y mató el partido.

Quien sí acabó lesionado fue Nadal, que reprodujo en los últimos juegos escenas parecidas a la que representara en la rueda de prensa de los 'calambres'. Así Djokovic levanta su tercer Grand Slam del año y golpea a la fe de Nadal por sexta final consecutiva. El serbio lleva camino de lograr una de las mejores temporadas de la historia. Nadal en cambio se vuelve a topar de bruces contra una bestia negra que a cada torneo que juega engrandece su figura. En el haber del mallorquín queda un set maravilloso y una puerta entreabierta a una posible solución. Todo sin tiempo para pensar, pues viene la Copa Davis.

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