Madrid ha perdido su apuesta por introducir por primera vez pistas con tierra batida azul, lo que ha provocado una fuerte polémica, encabezada por estrellas como Novak Djokovic y Rafael Nadal, que se quejaron de la imposición de competir en una superficie que no les gustaba.
Ion Tiriac, el director del torneo de la capital española e impulsor del proyecto, así como los dirigentes de los circuitos ATP y WTA, tendrán por lo tanto motivos para la reflexión, ante una de las mayores controversias de lo que va de año en el deporte de la raqueta.
Es complicado pensar en que dentro de un año Madrid continuará con la arcilla azul, ya que las grandes figuras han amenazado con no volver si eso ocurre, tras sus eliminaciones en cuartos de final, en el caso de Djokovic, y en octavos, en lo que respecta a Nadal.
"No vendré aquí el año que viene si todavía tienen esta tierra batida. La prueba ha fracasado", sentenció el serbio, número uno mundial. "Si las cosas continúan así, será triste, pero el próximo año tendré un torneo menos en mi calendario", afirmó por su parte la estrella española.
Ex jugador reconvertido al mundo de los negocios, Tiriac quería que se hablara del torneo de Madrid y lo ha conseguido, aunque quizás no en el sentido que él deseaba.
El rumano, eso sí, no ha rectificado y admitido su error en los últimos días e incluso ha hablado de contar con bolas fluorescentes en 2013.
La idea de la tierra batida azul fue bien recibida en un primer momento por el público y la prensa. El efecto visual es estéticamente atractivo, pero la mediocre calidad de las pistas ha motivado quejas de los jugadores.
Los tenistas han protestado contra ellas, considerándolas demasiado resbaladizas y otros han señalado que la bola bota de manera diferente y el juego se hace más imprevisible.
La 'Caja Mágica', donde se juega el torneo, es una infraestructura ligada al sueño olímpico de Madrid, pero que no se dedica exclusivamente al tenis, con lo que la calidad no ha sido la idónea y el tiempo de preparación del torneo demasiado corto.
Entre las principales figuras del circuito, el más conciliador ha vuelto a ser el suizo Roger Federer, número tres mundial, que admitió que había problemas, pero que subrayó el viernes que había que saber jugar "en todas las superficies", pidiendo un diálogo entre las partes para llegar a un acuerdo.
En los días previos al torneo, Nadal había sido el que más alto había alzado la voz contra la tierra batida azul y su derrota ante su compatriota Fernando Verdasco el jueves no hizo sino confirmarle en sus tesis.
Djokovic, que cayó ante otro compatriota, en su caso el serbio Janko Tipsarevic, llegó a jugar con una cierta apatía y se ganó por ello los abucheos de la hinchada madrileña.
La iniciativa madrileña se enmarca en una guerra larvada entre los jugadores y la ATP sobre el calendario y el reparto de las ganancias. Djokovic ya señaló al que considera el culpable: Adam Helfant, ex patrón de la ATP, que animado por su "propio interés" habría dejado actuar, según él, a Tiriac.
La idea era revolucinaria, pero las circunstancias no eran las propicias para convencer a un mundo del tenis que tienen a ser conservador y que no termina de ver la tierra de ese color. Al menos, por el momento.
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