Una final colosal para ingresar por fin en el libro de oro del tenis. Andy Murray saldó la deuda contraída con la historia. En su quinta tentativa directa por un Grand Slam, la segunda en el Abierto de Estados Unidos, el tenista británico asoció su nombre al del legendario Fred Perry, convirtiéndose en el primer británico que gana un 'major' desde 1936. Perry puso fin a su inmenso legado precisamente en Nueva York, en 1936, pocos meses después de vencer en Wimbledon. [Narración y estadísticas 7-6 (9), 7-5, 2-6, 3-6 y 6-2]
Murray, de 25 años, y desde hoy número tres del mundo, etiqueta que no dependía del resultado de la final, venció a Novak Djokovic en cuatro horas y 54 minutos para terminar con sus frustraciones, sólo atenuadas con el reciente triunfo en los Juegos Olímpicos. La victoria adquiere una significación extraordinaria.
Se trataba del único de los cuatro tenistas que copan la élite del circuito desde hace un lustro que aún no había logrado hacer suyo uno de los 'majors'. Además de las dos tentativas en Flushing Meadows, la primera de ellas en 2008, ante Federer, lo había buscado en Australia, el pasado curso, topando con el mismo hombre al fin superado, y en la última edición de Wimbledon, otra vez con el suizo como frontera.
Final 'in crescendo'
Djokovic defendía el título logrado el pasado año frente a Nadal. Disputaba su cuarta final en Nueva York, tercera consecutiva, y llegaba con la aureola de 27 victorias consecutivas sobre pista dura en los 'majors'. El serbio pareció que pagaría cara la pérdida de un intensísimo primer set en el que el viento volvió a hacer de las suyas. El parcial se prolongó una hora y 27 minutos, 25 de éstos exclusivamente para un desempate de máxima intensidad física y emocional. Murray lo resolvió a la sexta oportunidad.
Era sólo un aperitivo de lo que estaba por venir. Una final 'in crescendo' a medida que mejoraban las condiciones meteorológicas hasta alcanzar momentos sublimes. La inversión de papeles fue radical y constante. Nole, un aparente cadáver con dos sets en contra, emergió a costa de un rival al que empezó a temblarle la mano cuando vio el ansiado horizonte más cerca que nunca. Pero Andy Murray no estaba dispuesto a dejar pasar una nueva oportunidad, otra más en su largo aspirantazgo a gozar del éxito que su tenis merece.
Quebró pronto y por partida doble en el quinto set ante un Djokovic cuyo físico se fue quebrando ante la resistencia obstinada de Murray. Él es ya, por derecho, uno de los grandes, de los cuatro hombres que este año se han repartido equitativamente los torneos del Grand Slam. Djokovic ganó en Australia, Nadal lo hizo en Roland Garros, Federer en Wimbledon y Murray en el Abierto de Estados Unidos. Murray. Al fin.
No hay comentarios:
Publicar un comentario