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lunes, 15 de julio de 2013

Historias y manías de los grandes y chicos del tenis

Aunque lo parezca, no todo es glamour en el mundo del tenis. Detrás del éxito, la fama y la fortuna de los grandes y los chicos, hay historias, momentos felices, tristezas y manías, anécdotas, que pocos o nadie conoce.

Por eso, esta nota trata de reflejar retazos de la vida de las figuras del tenis mundial, de aquellos que armados con una raqueta llegaron a la cima de la montaña, tras una escalada sembrada de sudor y lágrimas.

Novak Djokovic es el número 1 del mundial, el primero del ranking de la Asociación de Tenistas Profesionales (ATP), pero pocos sospechan que antes de la fama y el dinero superó el horror de la guerra en los Balcanes, donde su país Serbia, tuvo cruenta participación.

El pequeño “Nole” se las ingenió para practicar su deporte favorito, del que ahora es el principal referente.

El inmaculado blanco de Wimbledon, por ejemplo, no deja lugar para imaginar que el flamante campeón Andy Murray salió ileso de un tiroteo que se produjo en la escuela primaria a la que iba, en su Dunblane natal, Escocia, provocado por un desequilibrado atacante.

Con el título conseguido sobre la pista de All England, Murray cortó una sequía de 77 años para el tenis de Gran Bretaña. Ése es el tiempo en que un raquetista inglés no conseguía un título en Wimbledón, el lugar donde empezó el tenis, tal y como se lo conoce, con un sello inconfundible: la vestimenta blanca. Para muestra basta un botón, o dos, del 1 y 2 del ranking de la ATP.

El tenis, se sabe, es un deporte de élite, practicado por aquellos que cuentan con mucho dinero, se necesita una cancha especial, cualquiera sea su superficie, indumentaria deportiva y implementos como raqueta y pelotas, cuyo precio sobrepasa el dinero que se encuentra en el bolsillo de cualquier común mortal.

El fútbol es su antagonista. Es el más popular de los deportes y se juega en cualquier parte, con dos piedras como arco y una humilde pelota descocida. Es cuna de deportistas salidos de barrios pobres; en cambio, el tenis se nutre de jóvenes provenientes de familias acomodadas, con raras excepciones.

Una de ellas podría ser la del polaco Jerzy Janowicz, semifinalista en Wimbledon 2013, que supo dormir en su desvencijado auto por no tener dinero para pagarse un hotel ... en plena disputa de un torneo oficial.

Otro que no la pasó demasiado bien en sus comienzos fue el español David Ferrer, ahora ubicado entre los tenistas top ten del mundo (su historia se cuenta en un aparte), y permanente animador de los grandes torneos, particularmente aquellos que se disputan en polvo de ladrillo, su especialidad.

Pero si bien son historias dramáticas, el común denominador es que quienes las vivieron, superaron la adversidad y se erigieron en deportistas de élite, sumando victoria tras victoria hasta llegar a la cúspide.

El indisciplinado federer

Los periodistas deportivos y comentaristas se refieren a él como la “Perfección suiza”, en alusión a los relojes que se fabrican en su país de origen y al impecable funcionamiento de la sociedad alpina. Pero no siempre fue el que es. Roger Federer nació en Basilea, Suiza, el 8 de agosto de 1981, cuenta con 32 años. Aunque hoy es tenista, antes de decidirse por empuñar una raqueta, Roger practicaba varios deportes como el fútbol, el baloncesto y el hockey sobre hielo.

Según relata Paul Dorochenko, su primer preparador fìsico, no era nada fácil trabajar con Federer, porque además de impuntual, no le gustaba entrenar, menos aún realizar un intenso trabajo físico.

“Era una persona poco puntual, llegaba tarde al entrenamiento y había que empujarlo para que empezara con las sesiones.

No era demasiado trabajador y se cansaba rápidamente porque los ejercicios los hacía con suma facilidad. A pesar de eso, trabajó mucho”, contó Dorochenko.

Roger tenía un carácter fuerte y rebelde, cuando no le salían bien las cosas, se las agarraba con las raquetas.



En una cancha bombardeada

Novak Djokovic, número 1 del mundo, nacido en Belgrado, capital de la antigua Yugoslavia, hoy Serbia, el 22 de mayo de 1987, vivió su niñez en medio de la denominada Guerra de los Balcanes, que resultó en la división de Yugoslavia en varios estados, como Montenegro y Croacia. Aún en ese terrorífico y tenso ambiente de la guerra, Djokovic, de cuatro años, acudía puntualmente a los entrenamientos en el Partizan Tennis Club.

Varias veces tuvo que esconderse junto a sus compañeros, en alguno de los refugios subterráneos ubicados en las cercanías del club.

Cuando cumplió siete años, se presentó ante la entrenadora Jelena Gencic, formadora entre otros grandes del tenis, de Mónica Seles, número 1 hasta mediados de la década anterior y Goran Ivanisevic, uno de los mejores sacadores.

“Se acercó a mí con un bolso de tenis con todo lo necesario para un entrenamiento profesional. Le pregunté qué quería ser de mayor. Y me contestó muy serio, sin dudarlo: ‘El número uno del mundo”, cuenta Gencic.

De hecho, “Nole” es número 1 del mundo desde marzo de 2012, y por los puntos que lleva de ventaja sobre el segundo, Murray, no parece que vaya a perder su trono.



El albañil David Ferrer

David Ferrer Ern, Jávea, Alicante, España, el 2 de abril de 1982, es el tercero del ranking de la Asociación de Tenistas Profesionales (ATP), pero hace unos años estuvo a punto de no ser una figura mundial de este deporte.

Cuando dejaba la juventud y entraba a la adultez, a los 22 años, Ferrer no acababa de alzar vuelo y era uno más entre los tantos tenistas ubicados más allá del puesto 100; con esa campaña, su futuro era, cuando menos incierto.

En esta circunstancia y por vivir bajo su techo, su padre Jamier le hizo ver de que así como iba no tenía un buen horizonte en el tenis profesional, de tal forma que lo mejor era que se consiguiese un “trabajo de verdad”, de albañil, por ejemplo. Y así lo hizo.

Ferrer sintió desde el primer día de trabajo sobre los andamios, el sacrificio que debe hacer un obrero para ganarse la vida y llevar el sustento a su hogar, así que impelido de una fuerza interna, se prometió superarse y llegar a lo más alto del tenis.

En la actualidad, suma más de 19 millones de dólares en ganancias, producto de su participación en los torneos, sin tomar en cuenta los ingresos por publicidad. Es considerado el mejor restador del tenis y el segundo mejor sobre polvo de ladrillo.



Jerzy Janowicz durmió en su auto

El polaco Jerzy Janowicz llegó a disputar la semifinal de Wimbledon 2013 frente al que sería el campeón, el escocés Andy Murray. Llegar a esta instancia del torneo considerado la meca del tenis moderno, es un logro inédito para el tenis de su país, así que es de imaginarse lo que hubiera significado si el gigante de 2,03 metros jugaba la final frente al serbio Novak Djokovic. Y si la ganaba ...

Con su desempeño en el torneo tenístico inglés, Janowicz logró ubicarse en el lugar 22 del ranking de la Asociación de Tenistas Profesionales. Sin embargo, los críticos y analistas del tenis, aseguran de que no pasará mucho tiempo para que el lungo se meta en el exclusivo club de los mejores 10 del ranking. Pero no todo fue fácil para él.

Antes de ser clasificado para participar en un Grand Slam como el de Wimbledon, Janowicz durmió en parqueos, en su auto viejo, porque no contaba con dinero para pagarse un hotel, aunque sea de dos estrellas, mientras jugaba en un torneo menor.

Sus padres tuvieron que vender parte del negocio familiar para proporcionarle los recursos mínimos con los que continuara su carrera.

Lo que ganó hasta las semifinales de Wimbledón, más de 600 mil dólares, le sobra para devolverle a sus progenitores el dinero invertido en su preparación.



Rafael Nadal, espíritu de guerrero

Rafael Nadal Parera, español, nacido en Mallorca el 3 de junio de 1986, es el rey del tenis sobre polvo de ladrillo, ocho veces y máximo ganador del torneo de Roland Garros, no hay nadie más grande en esta superficie.

Está ubicado en el cuarto lugar del ranking de la Asociación de Tenistas Profesionales (ATP), pero hace dos años fue el número 1.

Con 27 años, es un tenista consolidado, aunque arrastra una rebelde lesión en su rodilla izquierda, que no le permite ofrecer su mejor tenis. Pero aún así, disminuído físicamente, conquistó este año su octavo Roland Garros, frente a su compatriota David Ferrer.

Este espíritu de lucha es inherente a “Rafa” desde su niñez, cuando albergaba sueños de grandeza sobre una cancha de tenis, cuando jugaba partidos no oficiales con la misma pasión que un profesional.

Relata su padre Sebastián, que cuando contaba con 11 años, “Rafa” perdió un partido informal ante un tenista de mayor edad y se apesadumbró. Eran las vacaciones escolares, en Manacor, el pueblo natal del tenista.

Al ver tan compungido a su hijo, Sebastián quiso subirle el ánimo y le dijo que a pesar de todo, pasó unas vacaciones divertidas y no debía tomarse tan en serio el partido de tenis que perdió.

“Mira, toda la alegría y toda la juerga que tuve este verano, toda esa felicidad no puede compensar el dolor que siento ahora por esta derrota’, le respondió “Rafa”.

Sus palabras son una reafirmación al espíritu combativo y la actitud ganadora que muestra el tenista en un partido oficial, ante cualquier rival y en cualquier torneo.

“Rafa” también es el tenista que más manías o cábalas tiene sobre la cancha.

En los minutos previos de un encuentro, no pisa ninguna de las líneas del rectángulo, sale con la raqueta en mano.

Durante el partido, utiliza mucho tiempo en cada saque y se seca el brazo izquierdo.

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