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martes, 1 de febrero de 2011

El arma secreta de Novak Djokovic


“¡Dottore, dottore!””. Novak Djokovic, el jugador del momento en el tenis mundial, reclama la presencia de un hombre que tiene a unos metros. Cincuentón, barba blanca recortada, chaleco negro sin mangas sobre el pecho desnudo, nadie pensaría que el “dottore” es el “arma secreta” del número tres del mundo.

Pero lo es. Sin Igor Cetojevic, tal es el nombre del “dottore”, es muy probable que Novak Djokovic no hubiese ganado ni la Copa Davis en diciembre, ni el Abierto de Australia en enero.

Tras una noche de fiesta y cuatro horas de sueño, Djokovic estaba hoy feliz, muy distinto a lo que vivió desde que saltó al primer plano conquistando el título de Australia en 2008. Entonces, dijo que llegaron “las presiones y las expectativas”, y no le fue para nada sencillo controlarlas.

Algo de eso notó el “dottore” Cetojevic al ver al jugador por televisión. Estaba sufriendo, algo no andaba bien en él. Movía los brazos, se quejaba, buscaba excusas”, explicó el piscólogo mientras Djokovic, a un par de metros, acariciaba el trofeo conquistado el domingo y desgranaba las sensaciones del día posterior a la victoria en encuentros con grupos reducidos de periodistas en el Melbourne
Cricket Ground, uno de los “templos” deportivos de la ciudad.

Cetojevic, bosnio, no conocía a Djokovic, serbio, pero encontró la manera de llegar a él. “Quiero ayudar a ese chico”, le dijo al entorno del jugador. Poco tiempo después acompañó a Djokovic y su gente en una serie de Copa Davis.

DJOKOVIC ES INTELIGENTE
Cetojevic insiste una y otra vez en la “enorme inteligencia” de Djokovic, también en lo “buen chico” que es. “Yo no necesito decirle qué hacer. Es una cuestión de que vea las opciones. Ante un problema siempre le ofrezco dos o tres
alternativas, y él decide. Entiende todo muy rápido”.

Djokovic insistió hoy en que sus problemas personales afectaron durante un tiempo su carrera. “Eran cuestiones privadas, de la vida diaria. Somos humanos,
todos tenemos problemas. Si no eres feliz fuera de la cancha, no puedes serlo dentro, es difícil trazar la línea. Dediqué toda mi vida a este deporte, pero soy la misma persona dentro y fuera, la misma cabeza”.

Cetojevic, que planea estar al menos en todos los Grand Slam junto a Djokovic, coincide con el jugador en que la Guerra de los Balcanes en los años 90 marcó a fuego a todos.
“Se baila para curar heridas”, comenta mientras observa un video de la fiesta en el vestuario que Djokovic organizó con una banda de música balcánica, dos horas de música, saltos y desfogue general en las entrañas del Rod Laver Arena. La noche soñada por el “nuevo Djokovic”.

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