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domingo, 14 de septiembre de 2014

Los Zeballos, una familia de luchadores por la vida

Tiene la piel tostada fruto de largas horas de entrenamiento y competencia. La contextura maciza, que delata fuerza, caracteriza a la tenista Noelia Zeballos, que proviene de una familia que ha dado su vida y pasión al tenis. El padre, Freddy Zeballos, se enamoró de este deporte muy joven, lo que hizo que fuera el artífice de todo un futuro lleno de obstáculos, pero siempre superados.

“Mi padre jugaba desde chico y quería ser profesional, pero sus padres no le dieron el apoyo necesario porque no tenían dinero, entonces se dedicó a ser entrenador”, relata Noelia Zeballos.

Ya como entrenador , Freddy logró destacarse en un corto tiempo. Después de muchos años de duro trabajo, conoció a Carmen, la que sería su esposa. Con ella, emprendieron el negocio de la ropa deportiva, mientras venía su primera hija, Fabiana. “Mi hermana comenzó a entrenar desde pequeña; con mi hermano, Federico, entrenaron juntos muchos años. Luego, Fabiana decidió tomar otro rumbo y dedicarse a la psicología deportiva. ‘Fede’, siguió el camino profesional con una beca en España”, narra Noelia.

Con sus hijos mayores encaminados, Freddy se dedicó a pulir a la menor, Noelia, que comenzó a disputar sus primeros nacionales. El dinero era un problema que enfrentaban, pero los sueños por cumplir no frenaban a esta familia luchadora. “Yo tenía que viajar sola a los 10 años, porque no alcanzaba la plata, tenía que corretear con mamás que iban al torneo y estaba con el celular siempre conmigo para que mis padres estén tranquilos”, cuenta. A los 12 años, Noelia decidió ser profesional, quería una carrera deportiva, pero no iba a ser fácil.

Los torneos eran escasos, ya que, la mayoría tenía que pagarlos y otros venían de parte de la Federación Boliviana de Tenis. Tocaron cientos de puertas en empresas y ninguna se abría, Noelia, no lograba tener los resultados que anhelaba. Mientras tanto, su hermano jugaba en Europa; con el dinero que ganaba en un torneo se costeaba el otro, peleando puntos para el ranquin mundial. “A los Zeballos nos faltó dinero, para llegar a tener grandes resultados. Tengo la bronca de no poder jugar los torneos suficientes para subir de ranquin”, afirma con impotencia la tenista.

El obstáculo más duro

Los Zeballos han enfrentado grandes barreras, pero la peor de todas fue cuando Freddy se enfermó de una pancreatitis, a poco de que Noelia dispute un torneo en Perú. “Mi padre estuvo en terapia intensiva y yo tenía que jugar un torneo. Tenía $us 20 y ningún lugar para hospedarme, mis padres estaban en otra ciudad y yo tuve que jugar en Lima. Mi cabeza estaba solo en mi papá, pero no podía distraerme porque no tenía ni dónde alojarme”, dice Zeballos.

Supieron seguir adelante. Tantos años dedicados al tenis, se vieron reflejados en la cantidad de ayuda que recibió por parte de socios de clubes, deportistas y demás personas. Ahora todo va bien, y los Zeballos la siguen luchando

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