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domingo, 4 de noviembre de 2012

Ferrer por fin tiene un Masters



David Ferrer ya tiene su Masters 1.000, consagrado en París Bercy después de superar a Jerzy Janowicz por 6-4 y 6-3 en una hoea y 27 minuto. A los 30 años, y después de muchísima paliza en sus piernas, el alicantino cumple un sueño que perseguía desde que cogió una raqueta, la foto que más ilusión le hacía. No hay dudas de que este 2012 será para siempre.

Es su 18 título de la carrera, el séptimo en esta temporada celestial. Pero ninguno vale más que el de París, ninguno supone tanto para él. En un cuadro desbravado, y beneficiado por las ausencias y las eliminaciones prematuras de las principales raquetas del circuito, Ferrer entendió desde su estreno que era ahora o nunca y ha completado una semana notable, serio y consistente para alzar los brazos el domingo.

Y ha costado porque enfrente estaba Janowicz, el jugador de moda, escondido hasta la fecha en el pelotón de la ATP (69 del mundo) y cuya explosión ha sido tremenda. El polaco, de 21 años, llegaba desde la fase previa y se ha salido explotando un tenis magnífico. Le valió para eliminar a Tursunov, Serra, Kohlschreiber, Cilic, Murray, Tipsarevic y Simon, pero resultó insuficiente ante Ferrer.

En buena parte porque el alicantino está curtido en mil batallas y poco le importa el cuentakilómetros. Se exprime en noviembre con la misma entrega que en enero y ha ganado 72 partidos este año, más que nadie. El de la final de París no fue el triunfo más bello en ejecución, pero sí el más especial.

Ha vencido desde la paciencia, fundamental para comprender su carrera. A los 30 años llega su plenitud y ha demostrado a Janowicz que el tenis se entiende desde la experiencia. El partido decisivo se juega con los nervios a flor de piel y Ferrer se crece ante los focos, que le iluminan y le guían hacia la Copa de Maestros que empieza este lunes.

Janowicz ha hecho todo lo que sabía, muy loable su tenis. Es largo como un día sin pan, 203 centímetros, y compensa un servicio durísimo con bombas desde el fondo de la pista y dejadas terribles. Pero Ferrer le ha pillado el truco, atento en cada dejada y sereno para entender su servicio, confirmado como uno de los mejores restadores del planeta. Además, ha mantenido el suyo siempre y en el décimo juego del primer set ha encontrado un hueco por el que colarse y ponerse con ventaja, un pasito más hacia la gloria. Primer parcial que gana en una final de Masters 1.000 (0-6).

La igualdad se ha mantenido en la segunda manga, apretada por el amor propio de la nueva estrella. Janowicz ha encontrado fuerzas para romper el saque de Ferrer, beneficiado por el ojo de halcón, pero se le ha escapado la renta de inmediato, demasiado fallón durante toda la tarde. Tablas y a empezar.

De ese 2-1 en contra y con servicio para el polaco, Ferrer ha renacido para escaparse definitivamente hasta el 5-2, un mundo entre ambos. A Janowicz le ha ido a fallar el saque en el momento más inoportuno y se ha penalizado con una doble falta letal, demasiado regalo para el alicantino.

Su celebración define una temporada tremenda, un año mágico. En la rápida pista de París, entregado el público a Janowicz por lo novedoso, Ferrer ha logrado lo que llevaba buscando desde hacía mucho, tanto que ni recuerda. Suyo es el domingo 4 de noviembre, suya la foto de portada. Por fin tiene un Masters 1.000.


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