Serena Williams agrandó ayer su leyenda en casa al ganar su séptimo Abierto de Miami, esta vez por 7-5 y 6-1 a la china Na Li, que tuvo al alcance de la mano el primer set, pero la estadounidense se recuperó y dejó claro quién es la número uno mundial.
Williams, que apenas ha perdido 7 de los 74 partidos que ha jugado en el Centro de Tenis de Crandon Park, comenzó desdibujada su novena final en este escenario, con un flojo primer servicio y cometiendo fallos impropios, como los cuatro errores forzados en el primer juego.
La consecuencia inmediata fue una rotura de servicio, que puso arriba a Na Li en 0-2, y sólo varios errores de la china impidieron que se ampliara la distancia en el marcador.
Pero la seis veces campeona en Miami no estaba fina, no se atrevía a subir las líneas y presionar más a Li, que movía a la número uno y aguanta sus duros golpes.
La tenista china Luchó en el sexto juego por ponerse 4-3 y tener opciones de formar un tercer set, pero Williams volvió a resistir el empuje rival y en cuanto pudo dio el zarpazo definitivo al partido.
Con su triunfo en Cayo Vizcaíno, la estadounidense logró el quincuagésimo noveno título de su carrera y el séptimo en un mismo torneo.
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