El británico Andy Murray, primer cabeza de serie y número dos del mundo, cumplió con los pronósticos y ganó ayer su primer Abierto de China tras derrotar, con apuros, al búlgaro Grigor Dimitrov en la final por 6-4 y 7-6(2).
En su tercera participación en Pekín, Murray se alzó con el título, el quinto que consigue esta temporada y el cuadragésimo de su carrera profesional, en un partido en el que necesitó casi dos horas para doblegar la resistencia de Dimitrov.
El búlgaro, número 20 de la ATP, llegaba descansado, ya que se clasificó directamente por la retirada del torneo por lesión de su rival en semifinales, el canadiense Milos Raonic, pero fue Murray, tras sufrir de inicio en las rondas anteriores, el que salió más enchufado a la pista.
El escocés rompió el primer servicio de Dimitrov y se puso 2-0, aunque, a partir del tercer juego, el búlgaro se activó y exhibió la agresividad que le permitió barrer al español Rafa Nadal, segundo cabeza de serie y número cuatro del mundo, en cuartos.
Por momentos, Dimitrov parecía someter a Murray, que terminaba los puntos resoplando, pero el británico se acomodaba en los juegos en los que atacaba.
El búlgaro, al verse por detrás, empezó a arriesgar y cometió algunos errores, y permitió que Murray que se hiciera con el primer set.
En la segunda manga, Dimitrov empezó más metido en el partido y su pundonor en los peloteos largos le hizo ganarse el favor de la grada, que empezó a ondear unas banderas búlgaras que no se veían al inicio del encuentro.
Con un tenis menos espectacular, pero más efectivo, Murray se fue abriendo camino, acortando al máximo los puntos, pero Dimitrov no cedía y buscaba las debilidades del británico a cada oportunidad.
La insistencia del búlgaro acabó rindiendo sus frutos, puesto que Murray, que en las eliminatorias anteriores siempre había mejorado notablemente en el segundo set, tuvo un bajón cuando sacaba para ganar.
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