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lunes, 26 de agosto de 2019

Legado de los Zeballos

La pasión por el tenis que corre por las venas de los hermanos cruceños Federico y Noelia Zeballos fue el impulso para que se abran camino “a puro pulmón” como profesionales y en los recientes Juegos Panamericanos de Lima 2019 le dieran al país la primera medalla de plata en este deporte.

Aquella competición terminó hace dos semanas, pero los Zeballos siguen disfrutando la alegría de haber sido los primeros bolivianos en subir al podio y lograr esta histórica presea en tenis para el país.

El sentimiento es más especial aún porque consiguieron juntos este triunfo, según dijeron ambos en declaraciones a Efe tras un acto en el que la Federación Boliviana de Tenis les entregó un reconocimiento por su participación en los Juegos.

“Entrenamos desde muy chiquitos juntos, mi padre fue quien nos enseñó a jugar tenis y el haber hecho esto al lado de mi hermana lo hace muy especial”, afirmó Federico.

Para Noelia, el significado es “mucho más grande porque entra la parte sentimental ahí”. “El haber logrado este triunfo lo hace aún más especial y más hermoso porque sabes que todos los esfuerzos que hiciste te dieron frutos”, resaltó la deportista.

Los hermanos dedicaron la medalla a Freddy Zeballos, su padre y entrenador, quien “siempre estuvo ahí luchando” junto a sus hijos, según Federico; mientras que Noelia aseguró que “es lo mínimo que le podemos devolver a cambio de todo lo que hizo por nosotros”.

“Creo que fue una victoria de una familia”, afirmó orgulloso Freddy Zeballos, quien también resaltó que sus hijos llegasen a una final en un torneo como los Panamericanos, donde compiten equipos “fortísimos”.

El tenis es un integrante más en la familia, pues la madre, Carmen Melgar, es fisioterapeuta y la hermana mayor, Fabiana, también es profesora de tenis y psicóloga especializada en deportes.

Nacidos en Santa Cruz, Federico, de 31 años, y Noelia, de 25, recuerdan sus primeros pasos en el tenis cuando apenas eran niños y acompañaban a su padre al club donde daba clases.

Federico se dio cuenta a sus 13 años de que quería ser tenista profesional, por lo que se fue a Argentina para entrenar y a sus 16 se fue becado a España para continuar su preparación.

“Fue un comienzo muy difícil porque para dedicarse al tenis profesional se necesita mucho dinero, es un deporte carísimo. Viajas cada semana a un país diferente, tienes que pagar hotel y comidas en lugares que son muy caros”, dijo.

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