La edición número 125 de Wimbledon, el torneo más antiguo del mundo, cerró hoy después de que aproximadamente medio millón de personas desfilara por las instalaciones del All England Club durante los 13 días que ha durado el campeonato.
La jornada con un mayor número de espectadores fue el lunes 27 (44.494 personas), el día en el que el príncipe Guillermo de Inglaterra y su esposa Catalina, duques de Cambridge, asistieron al palco de autoridades de la Pista Central, donde vieron jugar al local Andy Murray, primero, y al español Rafael Nadal frente al argentino Juan Martín Del Potro, después.
La pareja real se ganó esa tarde la complicidad del público al participar en la ´ola´ con la que se entretenían los espectadores en los descansos.
Durante la primera semana del torneo, prácticamente cada día asistieron más de 40.000 personas al Club -44.441 el martes 21; 43.357 el jueves 2 y 42.386 el viernes 3-, para bajar a cifras más cercanas a los 30.000 espectadores en las últimas jornadas del campeonato, cuando se jugaban menos partidos de los cuadros individuales.
La meteorología fue benigna en la última jornada de un torneo cuya primera semana estuvo pasada por agua y obligó a cerrar en diversas ocasiones el techo retráctil que convierte la Central de Wimbledon en una pista cubierta en la que se puede jugar en casi cualquier circunstancia, tanto de noche como con lluvia.
Los constantes chubascos del inicio del campeonato motivaron un debate sobre cómo se elige a los privilegiados que juegan en esa Pista Central, ya que son ellos los únicos jugadores que se aseguran que su partido no será cancelado hasta el día siguiente debido al agua o a la falta de luz.
Uno de los más afectados por los contratiempos atmosféricos este año fue Del Potro, que terminó jugando seis días consecutivos, sin descanso, cuando su encuentro fue cancelado en las tres primeras rondas del torneo.
La lluvia ha sido en muchas ocasiones protagonista del Grand Slam londinense, el tercer gran torneo de la temporada, motivo por el que en 2009 se instaló el techo retráctil de la central.
Ya la primera edición de Wimbledon, en 1922, estuvo regada por una intensa tormenta que empapó al rey Jorge V y obligó a completar el calendario con tres jornadas de retraso.
También en 1955 los fuertes chubascos adquirieron un protagonismo notable, al inundar los túneles adyacentes de la pista central.
En 1985, 1991 y 2004 se repitieron capítulos en los que los jugadores estuvieron casi más tiempo resguardados en los vestuarios que sobre la hierba.
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