La fama del increíble jugador de tenis de mesa de Egipto Ibrahim Hamadtou tomó popularidad después de que el Canal 4 de la televisión de Inglaterra lanzó un comercial sobre los Juegos Paralímpicos de Río con el título: “Sí, yo Puedo” y que tuvo casi seis millones de visualizaciones en YouTube. Las fantásticas imágenes derrumban los mitos de que las personas con deficiencia están limitadas a poder cumplir sus sueños.
Uno de esos ejemplos es Hamadtou, nacido en la ciudad egipcia de Dumyat el 1 de julio de 1973, quien cuando tenía apenas 10 años sufrió un terrible accidente de tren donde perdió sus dos brazos. Tres años más tarde comenzó a darle vida a un sueño que, para la mayoría, parecía imposible: convertirse en un jugador de tenis de mesa. El primer paso fue tratar de jugar con una raqueta apoyada en una axila. Después de varios intentos fallidos ante un obstáculo que parecía ser la única posibilidad de conseguir su objetivo, Ibrahim desarrolló una técnica que impresiona e inspira hasta a sus propios atletas paralímpicos: aprendió a jugar con la boca con tanta eficiencia que llegó a los Juegos de Brasil.
“Intenté muchas cosas que no dieron resultados”, recordó recientemente el egipcio. “Finalmente, traté de utilizar la boca”, resumió el atleta, que para realizar el servicio debe tomar la pelota con los dedos de los pies y lanzarla para arriba.
Su colega nigeriano, Ahmed Kaleosho, de 30 años, recordó lo que sintió hace tres años cuando vio a Ibrahim Hamadtou jugando por primera vez. “Es realmente increíble. La primera vez que lo vi fue en el 2013, en un torneo en Egipto. Verlo jugar nos hace amar aún más al deporte”, dijo.
El sentimiento de Kaleosho es parecido al del británico Jack Hunter Spivey, quien también está en Río 2016. “Es impresionante ver que su amor por el juego no tiene límites. Nos vemos muy deficientes en el deporte pero verlo jugar con la boca es una inspiración para todos nosotros y demuestra que no hay imposibles para los sueños en el camino de las personas con deficiencias”, agregó Jack Hunter.
“Nunca desistas de la vida”, dijo siempre el egipcio, una frase que podría interpretarse como un “cliché” pero basta con verlo jugar para tener la certeza de que en este caso, no lo es.
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