Noviembre de 2012. Después de ver cómo el ojo de halcón le quitaba la razón al golpear un drive al pasillo de dobles, Roger Federer se acercaba pensativo a la red para felicitar a Juan Martín Del Potro, ganador de Basilea, el torneo de su tierra. ‘Su’ torneo. Pensaba en las consecuencias que tenía esa derrota ante ese maldito tandilense, que tres años antes había dado la sorpresa al tumbarle en la final del US Open. El dulce que le amargaba esta vez era el más exquisito que nadie antes había saboreado de una manera tan duradera. Esa delicatessen era el número 1. La mañana siguiente no sería una mañana cualquiera para Federer. Se levantaría de su cama despojado de un trono que había conservado durante 302 semanas, consciente de la dificultad que supondría recuperarlo.
Sus rivales, especialmente Djokovic, habían empezado a discutirle su hegemonía y el inexorable paso del tiempo hacía de su parte. A sus 31 años había dejado de ser invencible y el descenso de su brillante carrera parecía irremediable. Las sospechas se hicieron realidad, pese a que seguía acumulando título, pero con la lesión de la temporada pasada parecía que no había vuelta atrás. Medio año fuera por lesión y la consolidación de Murray entre los mejores parecía imposible, incluso para el mejor.
Abril de 2017. Ni los fans más acérrimos ni el propio Federer podían imaginar un escenario tan idílico en el circuito masculino de tenis. El tenista helvético vuelve a reinar. Lo hace sin el número 1 de por medio; un asunto que ahora mismo tampoco le preocupa. El más grande de todos los tiempos vuelve a disfrutar sobre una pista y lo hace ganando. Es capaz, además, de vencer a Nadal cuatro veces seguidas, algo que nunca había logrado en su dilatada carrera. Su amigo y protagonista de la rivalidad más bonita y apasionante de este deporte también ha regresado como un toro, pero es insuficiente para pararle los pies a Roger.
Federer ha variado aspectos de su juego como su resto, pero sobre todo la gran evolución ha sido la de su revés demoledor. Su excelente golpeo alto ha mejorado sustancialmente y ahora despista al manacorense, al que ha obligado a cambiar de estrategia como se vio en Miami, buscándole más por primera vez con el saque la derecha que el revés. Pero lo más importante para el genio de Basilea ha sido desplegar todo su repertorio de golpes sin presión. La confianza que tiene en su talento y en su juego le permite brillar como en sus mejores tiempos. Algunos incluso se atreven a decir que esta es la versión total.
Para Federer, el superdotado de la raqueta, ha sido fundamental comprender que todo lo que le está sucediendo a estas alturas de su carrera es un premio. Estar recuperado físicamente por completo y con todo lo que tenía que hacer ya hecho, le permite jugar liberado por completo. Por ese motivo, aunque no lo busque, el número 1 podría regresar por inercia.
“Ahora mismo Federer tiene más del 50% de posibilidades de convertirse en número 1. Cuando ves lo lejos que están Djokovic y Murray, creo que la disputa estará entre Federer y Nadal”, comenta el extenista y comentarista Brad Gilbert en la web de la ATP. Según sus cálculos, y viendo el rendimiento actual del serbio y el escocés, puede acabar el año en lo más alto “si gana uno de los tres Grand Slams que quedan, lo que es algo ciertamente posible”.
Será difícil por la reducción de torneos que se ha impuesto. Más cuidadoso que nunca, conoce sus limitaciones físicas, por lo que sacrificará la temporada de tierra batida hasta Roland Garros para así priorizar la segunda mitad del año, con Wimbledon “como máximo objetivo”, como reconoció en rueda de prensa.
Lo cierto es que si Federer, actualmente cuarto del mundo, mantiene esta efectividad sobre la pista, podría alcanzar el primer puesto antes de finalizar 2017. Un Grand Slam y dos Masters 1.000 (Indian Wells y Miami) en sus cuatro torneos disputados son unos resultados que hablan por sí solos. Si Federer se lo propone y no hay una reacción real de Djokovic, Nadal y Murray, conseguir lo que nadie ha logrado con 35 años sería otro hito más en su exitosa trayectoria.
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