Djokovic decidió dejar a un lado sus dotes para la alta competición y, sin dar muestras de preocupación por el resultado, dio rienda suelta a su famosa habilidad en las imitaciones en un amistoso plagado de anécdotas en el pabellón deportivo del Maracanazinho.
Djokovic se enfundó una peluca de rizos y una cinta en el pelo, imagen habitual de los días de gloria del astro brasileño.
El jugador imitó con desparpajo el saque y los movimientos oscilantes de cabeza de Kuerten y arrancó las risas y aplausos del público.
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